Recuerdo estar cursando mi segundo año del Instituto Bíblico de las Asambleas de Dios, en mi país natal, Argentina. Me encontraba en una clase con uno de mis profesores preferidos, Manfred, él era un cristiano Alemán, de esas personas que llevan las marcas de la vida en la piel y la evidencia de sus canas infunden respeto. Un hombre de Dios intachable. El tema del día era “La guía de Dios”, y para ilustrarlo nos contó la siguiente anécdota: “Estaba en mi casa, una casa grande y muy luminosa, sentado en un escritorio ubicado en un descanso de una escalera, y al frente de una pequeña ventana redonda. La ventana cual símil un barco, se encontraba media abierta y mientras reflexionaba sobre la palabra de Dios, un pájaro se adentro a la casa y no encontraba la salida. En ese instante me dije, voy a ayudarlo, y bajando la escalera trataba de hablarle y con las manos hacerle señas indicando que la salida estaba ahí, en la misma ventana donde había entrado. Hasta abrí la puerta de la casa para mostrarle el camino, pero el pájaro solo volaba nervioso de un lado al otro sin reparar en mis movimientos y no escuchando mi voz tratando de enseñarle la salida. Fue ahí donde corrí por una escobilla larga y de alguna manera tuve que ir empujando, dando pequeños golpes para guiarlo. Luego de varios intentos, logré mostrarle su escapatoria y entonces el pájaro voló para no volver.”
Cuántas veces en la vida, esta pequeña historia se vuelve realidad. Dios queriendo enseñarnos el camino, con amor, hablándonos, mostrándonos la salida a las situaciones que atravesamos, y nosotros tan preocupados y nerviosos por querer valernos por nosotros mismos que no vemos las señales y no escuchamos su voz. Es allí, donde a los golpes, Dios tiene que hacernos entender que nuestra victoria, la respuesta, está en rendirnos totalmente a Él y dejarnos guiar por su mano.
“Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” Salmo 32:8.
No puedo saber qué situación te encuentras atravesando hoy, pero dejame decirte que de alguna u otra manera Dios tiene el control de tu vida. El fijo su mirada en ti y sus palabras, su propósito y voluntad se cumplirán.
“Dios no es hombre para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta..” Números 23:19
Ahora bien, tú decides cómo vas a vivir este proceso. ¿Escucharás su voz, y descansarás en él dejando que te enseñe?, o ¿Dios tendrá que forzarte y hacerte entender a los golpes, como al pájaro de la anécdota?.
Leonel Rossi
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