"Me regocijaré en tus estatutos; No me olvidaré de tus palabras".
Salmos 119:10-16
Todos nosotros tenemos sueños, metas, planes o estamos esperando ciertas cosas que anhelamos, porque las consideramos necesidad. Tengo necesidad de un par de zapatos nuevos, tengo necesidad de un carro más nuevo, tengo necesidad de una casa más grande, tengo necesidad de tener más dinero ahorrado en mi cuenta bancaria, tengo necesidad de ir de vacaciones, etc. Pero ¿cuántos de nosotros tenemos mayor necesidad de Dios? ¿Cuántos de nosotros queremos que en verdad sea Dios quien satisfaga nuestras necesidades más profundas?
Queremos que Dios nos salve, y decir que somos cristianos, pero en realidad queremos ser cristianos y tener una relación con Dios? Esta época está cargada de mucha palabrería, muchos planes, muchas redes sociales, mucha comunicación, pero estará cargada de gente que en verdad conoce a Dios?
Cuando conocemos a Dios eso se nota en nuestro testimonio. En cómo trabajamos, cómo hablamos, cómo tratamos a la gente cuando nos ven, pero también cuando no nos están viendo. En hablar verdad, en esforzarnos por ser responsables, en caminar de forma recta en las cosas básicas. No se trata de ser perfectos, porque nadie es perfecto, pero sí de tener conocimiento de nuestras debilidades y entregarlas a Dios, no de taparlas, excusarlas o pretender que somos muy espirituales para que la gente nos acepte.
Necesitar es uno de los verbos más comunes de la vida diaria. Necesito esto, necesito lo otro, pero ¿qué necesita Dios de ti y de mí?
Sólo cuando le hemos entregado a Dios nuestras necesidades más profundas, es que empezaremos a mirar y buscar lo que realmente importa en la vida.
No el celular más cool, la mejor ropa, los mejores amigos, la mejor música. Sino lo que es indispensable para el ser humano:
Son cuatro las necesidades más profundas de todo ser humano: Aceptación, seguridad, propósito e identidad.
Estas cuatro necesidades son las responsables de tener una sociedad saludable o una sociedad que va de continuo al caos. Estas cuatro son las responsables de levantar familias felices y sanas, o familias infelices, violentas y que no cumplen sus responsabilidades.
Los jóvenes y adolescentes que no entienden dónde suplir estas cuatro necesidades, a menudo intentan llenarlas con música basura, con drogas y vicios, con dinero, con sexo, con pornografía, estando de novio un mes con una y al siguiente con otra. Experimentando con los dos sexos, queriendo dejar la casa para vivir con alguien sin casarse siendo apenas un adolescente, y muchas otras cosas. Pero esto no sólo le pasa a los más jóvenes, sino que hay cristianos atrapados en estos mismos vicios, aunque tienen muchos años conociendo a Jesús.
La buena noticia es que no tienes que buscar satisfacer estas cuatro necesidades en diversos sitios, sino sólo en un lugar: la presencia de Dios. Sé que muchos quizás no han podido identificar estas cuatro necesidades en sus vidas, y por eso quizás actúan como actúan, pero hoy es un buen día para tomar nota y sr sinceros y ver si ya le hemos entregado estas necesidades a Cristo o en cuáles necesitamos ayuda urgentemente.
Sólo Dios es capaz de brindarle al ser humano aceptación. Cuando venimos a él en busca de perdón, el remordimiento y todo eso que hicimos, queda atrás. Ser aceptado es una necesidad que le roba el sueño a muchos, porque tratan de agradar a quien sea para sentirse parte de algo. Necesitan ser validados por la gente incorrecta para sentir que valen. Dios nos acepta sin condiciones, sin tener que pasar los días adulándolo, sin tener que hacer nada para agradarle. Sólo ser sinceros.
La seguridad del ser humano es el segundo aspecto. Buscamos seguridad en un trabajo estable, en el hogar, en los padres, en el dinero, en lo material. Pero la seguridad viene mediante la fe en Dios, creyendo sus promesas de no dejarnos, de proveernos, de ayudarnos, de sanarnos. Cuando le conocemos, nos damos cuenta de que podemos descansar en él, sea cuál sea la situación o problema que enfrentemos. Que podemos estar seguros en él aún cuando todos nos dejen o nos traicionen. Él es el puerto seguro. Nadie puede experimentar verdadera seguridad en otro ser humano, pero cuando conocemos a Dios, sabemos que estamos completos porque él no falla ni traiciona. Él llega a tiempo.
Lo tercero es el propósito. La ansiedad, la depresión, la confusión y el no saber a dónde vamos, es una realidad afuera. La gente toma malas decisiones porque no ha entendido cuál es su propósito en Dios. Solo él tiene esa respuesta. A veces nos va de mal en peor porque no estamos caminando en la misma línea que Dios creó para nosotros. Por eso muchos sienten que la vida no tiene sentido. Que no hay nada mas. Que no vale la pena luchar o continuar porque o hay una meta definida.
Si buscamos a Dios diariamente, podremos conocer nuestro propósito y caminar confiado hacia él. Cuando yo no conocía a Dios recuerdo que tenía tantas dudas sobre lo que haría, y continuamente sentía que todo me salía mal. Ese sentimiento de pesimismo, de no merecer las cosas, de creer que a los demás le salía bien pero quizás a mi no. De sentirme confusa y desanimada por no entender mi propósito. Muchas veces pensé que mi propósito era ser ingeniero y tener dinero, viajar, y cosas así. Pero eso es muy básico, luego Dios me hizo entender que lo más valioso del ser humano es su presencia y salvación.
El último punto es la identidad. ¿Quiénes somos? A medida la gente responde a esta pregunta de quiénes somo pensando en lo que tenemos, pero no es así. No somos lo que tenemos, aunque a veces eso sea una consecuencia directa de lo que hacemos.
Somos lo que Dios dijo ya que somos: sus hijos, sus escogidos, sus justificados, su pueblo santo. Estos títulos son suficientes para entender que nuestra identidad no depende del dinero, ni de la sociedad, ni de como vestimos o hablamos, sino de Dios. Buscar identidad en otros, incluso en los padres, hará que nos decepcionemos. La identidad del ser humano está en Dios. Existimos porque él así lo quiso, porque tiene un plan, porque nos ama y nos ha dado la oportunidad de conocerle.
Aquí damos por sentado venir al servicio, o leer la biblia, y conocer de Jesús. Creemos que podemos despreciarlo porque ya lo tenemos, pero sólo aquellos que nunca le han tenido podrán valorar un día esa salvación tan grande, como dice la biblia.
Tu identidad no depende de lo que la gente diga de ti, sino de lo que Dios ha dicho ya de ti. No dejes que alguien te diga lo contrario.
Si recuerdas palabas de desaliento y maldición como que no eres suficiente, eres poco inteligente, eres malo, estás destinado al fracaso, siempre fallas, no mereces las cosas, pues hoy es tiempo de que mires a Dios y no dejes que estas palabras de quienes te rodean, sean tu realidad.
Aceptación, seguridad, propósito e identidad son cuatro cosas que sólo Dios puede suplir al 100%, y que cambiarán tu vida. Si te sientes infeliz a veces es porque estas cuatro necesidades no están siendo satisfechas por él, sino que estás a la espera de que otros hagan por ti y para ti lo que solo Dios puede.
¿Saben algo? Yo ya no espero nada de la gente. La gente decepciona, la gente falla, la gente tiene varias caras según las circunstancias. La gente es leal a lo que les conviene, pero busca rodearte de gente que sea leal a Dios, porque esas son las personas que harán lo correcto y dirán lo correcto a sí les duela, a sí no queden bien contigo. Esas personas podrán amarte de verdad y ayudarte a ser mejor en la vida.
Satisfacer estas necesidades profundas no tiene que ver con sólo ir a la iglesia por ir, o decir que conoces de Jesús. Tienes que en verdad conocer a Jesús, y eso implica tiempo, dedicación, hablar con él, leer su palabra. Y tratar de obedecer lo que él dice que es bueno para nosotros.
Muchos entienden el mover de Dios en sus vidas y su amor, pero no han podido perdonarse su pasado o sus malas decisiones, y por eso no terminan de aceptar su identidad en Dios. Muchos otros vienen de hogares disfuncionales o de mala relación con sus padres, y por eso les cuesta sentirse seguros en Dios. Algunos otros no aceptan las debilidades en sus vidas, las necesidades y escasez que tienen y dejan que esto no les permita aceptarse. Aceptarse con los defectos que tenemos y fallas no significa que nos estemos rindiendo y aceptando que seremos así para siempre. Siempre hay algo mejor y con esfuerzo podemos escribir una historia diferente. Y muchos otros no dejan que Jesús sea el Señor de sus vidas en todo. En todo. Para poder así encontrar el propósito que Dios les diseñó.
¿Qué te impide estar cerca de Jesús? Jesús tenía 12. Uno era diablo. Otros estaban muy alejados de él, y les costó encaminarse. Como Pedro, por ejemplo. Su carácter habla mucho de su relación con Dios, porque el carácter del hombre, como respondemos, como ofendemos a otros, como nos comportamos, habla de en realidad quienes somos y de nuestra relación con Dios. No importa cuanto nos empeñemos en parecer algo, en parecer muy cristianos o en levantar las manos más altos. Como nos comportamos en la vida diaria y con otros es lo que define nuestra relación con Dios. Pedro es un gran ejemplo. Pero el ejemplo que más me gusta es Juan, el amado, el menor de los apóstoles. El que estaba siempre cerca de Jesús. Aunque no era tan protagonista como Pedro quizás, pero era íntimo con Jesús, y llegado su momento Dios lo exaltó y bendijo su ministerio; y él cumplió su propósito en la Tierra.
Norelvys Soto
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