Desde que Cristo vino a la tierra y desarrolló su ministerio, han existido personas tratando de desacreditar sus enseñanzas; muchas de estas personas han apostado por anular la veracidad de la Biblia, y hoy día no es diferente. Hay personas tratando de interpretar la palabra de Dios a como le conviene, o queriendo borrar versículos sólo porque les confrontan en cuanto a su pecaminosa manera de vivir.
Es necesario entender que la Biblia no es un documento histórico más, sino más bien el documento histórico por excelencia, el cual revela por sí mismo una infinita variedad de acontecimientos; y la verdad más grande de la Biblia se centra en la persona de Jesús, su vida y sus enseñanzas.
Jesús fue cien por ciento Dios y cien por ciento hombre; su ministerio terrenal estuvo rodeado por numerosos milagros y enseñanzas que desafiaban el conocimiento religioso de la época. Aún, desafía a los grandes pensadores y moralistas de nuestra época.
Ha habido mucha especulación sobre la niñez y juventud de Jesús, al punto, en que algunas personas se han creído la historia pagana de que Jesús pasó años probando la cultura oriental. Pero esto es falso.
Numerosos escritos de dudosa procedencia enseñan que Jesús estuvo algunos años “mezclándose” con la cultura oriental pagana en la India y en otros países asiáticos, pero esto no es más que un intento de relacionarlo con todas esas tendencias orientales que están de moda ahora, pero que siempre han existido.
La cultura del gato chino que trae suerte en los negocios; del Buda que mueve la cabeza, el yoga, la meditación, el ojo que todo lo ve, diversos rituales de purificación, y cosas o prácticas de este tipo, parecen ser muy atractivas para la gente, y por eso muchos quieren calmar su conciencia tratando de vincular a Jesús con la cultura oriental.
Para entender mejor qué estuvo haciendo Jesús en antes de ejercer su ministerio hay que entender que la cultura judía manda a que los niños se instruyan en su ley, en la Torah, y Jesús no sería la excepción. Lucas 2:51-52 dice “Y descendió con ellos, y volvió a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres”.
En el Antiguo Testamento Dios manda a los judíos a honrar a padre y madre, y parte de la tradición judía es que los hijos varones tengan la misma profesión que sus padres, así que Jesús estuvo todo ese tiempo no sólo aprendiendo la Torah de memoria, sino también ayudando a José en las labores de carpintería.
¿Qué asegura que Jesús no viajó a la India y demás países cercanos? Que los judíos, hasta hoy día, no se mezclan con culturas paganas ni adoptan esas prácticas por temor a Jehová; de hecho, las consideran herejías a Dios. Si Jesús hubiese viajado a contaminarse en esos lugares hubiese sido acusado por los fariseos y demás grupos religiosos de ser blasfemo, y por tanto desechado de la comunidad judía, y no hubiesen tenido necesidad de mentir contra él para crucificarle.
Es maravilloso poder entender que Dios no es un ser complejo que dejó cosas escritas en su palabra para confundir o para que otros tergiversaran la enseñanza, sino todo lo contrario, lo hizo de forma fácil y accesible para que nosotros nos llenáramos de sabiduría y nunca tuviéramos necesidad de indagar en cosas vanas y necias que se convierten en blasfemia y perdición para los demás.
La vida de Jesús
Lucas 2:11 "que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor”.
Jesús nació en Belén entre el 4 – 6 a.C., al morir Herodes, su familia se instala en Nazaret. Sus padres eran José y María; José era artesano (carpintero), por lo que Jesús aprendió este oficio antes de comenzar su ministerio anunciando el Reino de Dios a los 30 años.
El evangelio de Lucas señala a «los padres» de Jesús cuando éste ya cuenta con 12 años (Lucas 2:41-50), pero no se menciona a José en los Evangelios durante el ministerio público de Jesús, por lo que se presume que murió antes de que éste tuviera lugar. Las Escrituras señalan a José como «justo» (Mateo 1:19), que implica su fidelidad a la Torá y su santidad.
La vida pública de Jesús tuvo un elemento común revelado en los evangelios: su mensaje era transmitido en pequeños pueblos, lejos de las ciudades importantes, hasta que llegó a Jerusalén.
Su ministerio acontece durante el gobierno de Roma sobre Israel.
En la Palestina bajo dominio romano, las familias más pobres debían trabajar y entregar buena parte de su sacrificio en impuestos. Era natural que el pueblo confiara en el surgimiento de líderes que generaran la esperanza de liberación.
En este contexto surge Jesús, en una época en donde saduceos, esenios, zelotes, entre otras, eran sectas judías que, en muchos casos, perseguían fines políticos. Era habitual que en Jerusalén los romanos realizaran ejecuciones públicas para “aleccionar” a los rebeldes.
Después de que Juan lo bautizó en el Jordán, Jesús inició un recorrido de vida pública; dejó atrás su pequeña aldea, Nazaret, y se estableció en Capernaúm, un poblado de pescadores junto al mar de Galilea.
Antes de que Jesús comenzara su ministerio Juan el Bautista predicaba y profetizaba en el pueblo, y anunciaba al Mesías.
La enseñanza de Jesús
Las enseñanzas principales de Jesús de Nazaret pueden simplificarse en:
a) el reino de Dios
b) el perdón
c) el amor a Dios y al prójimo
También enseñó sobre el dinero en muchas parábolas, sobre la diligencia y la negligencia.
Cada una de ellas incluye una serie de antecedentes y matices que remiten a la tradición espiritual y religiosa del antiguo Israel, aunque muchos aspectos de la enseñanza de Jesús plantean una fuerte controversia con las creencias antiguas de ese pueblo.
Por ejemplo, en Lucas 14:1 Jesús realiza una sanación en día de reposo para enseñarle al pueblo que el día del reposo era para Dios y para consagrarse a él, no para ser religioso.
Enseñó sobre pagar los impuestos y respetar las leyes civiles, así como a los gobernantes. En otra ocasión le mandó a Pedro a pescar un pez el cual tenía adentro una moneda para pagar sus impuestos y los suyos.
Jesús enseñaba mediante parábolas
Las parábolas de Jesús son aquellas breves narraciones dichas por Jesús de Nazaret que encierran una educación moral y religiosa, revelando una verdad espiritual de forma comparativa. No son fábulas, pues en estas no intervienen personajes animales con características humanas, ni alegorías, pues se basan en hechos u observaciones creíbles, teniendo la mayoría de estos elementos de la vida cotidiana.
La finalidad de las parábolas de Jesús es enseñar cómo debe actuar una persona para entrar al Reino de los Cielos y, en su mayoría, revelan también sus misterios. En ocasiones Jesús usó las parábolas como armas dialécticas contra líderes religiosos y sociales, como por ejemplo la Parábola del fariseo y el publicano.
Jesús enseñaba usando parábolas para que comprendan su mensaje sólo aquellos que han aceptado a Dios en su corazón y para que los que tienen "endurecidos sus corazones" y han "cerrado sus ojos" no puedan entender. Por lo tanto comprender el mensaje de Jesús significaría ser un verdadero discípulo suyo y no entenderlo supone que no se está realmente comprometido con Él y por ende no podemos recibir su ayuda ni la de su mensaje.
Los evangelios, al narrar la vida y obra de Jesús, asumieron una postura misionera y proclamadora del mensaje promovido por él, con lo que cada aspecto del mismo se relacionó directamente con el tema central de su enseñanza: la presencia viva y actuante del Reino de Dios en el mundo.
Es muy notorio que Jesús habló mucho de dinero, pues él conocía la condición del mundo y de cómo usarían este tema para dañar; él muestra el equilibrio de poseer bienes, no de ser pobre y miserable para poder entrar al reino de los cielos, pero tampoco acepta a aquellos que ponen su mirada y su corazón en el dinero.
Jesús quiere ver a hombres y mujeres prosperados económica y espiritualmente.
La mayor enseñanza de Jesús fue amar y obedecer a Dios, buscarle de todo corazón y no con paradigmas religiosos y excluyentes. Enseñó acerca de un Reino de Dios que es para todos y del cual todos podemos disfrutar mediante la fe y la obediencia.
Como cristianos debemos seguir el ejemplo de Jesús en cuanto a vivir de forma sabia, respetando las leyes de forma en que honremos a Dios, y glorifiquemos al Señor con nuestra forma de hablar, vivir y pensar. ¿Es fácil? No lo es, pero tenemos al Espíritu Santo para saber por dónde seguir y no debilitarnos en medio de las pruebas.
Hoy es un buen día para permitirle a Jesús que tome el control de esas áreas de nuestras vidas que nos resultan desafiantes, y pedirle que nos ayude a moldear nuestro carácter cada día. No importa si nos caemos; siempre tendremos la oportunidad de ser perdonados y seguir adelante de su mano.
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