Siria y Turquía son países de los que todos hablan en estos días, pues un gran terremoto sacudió parte del territorio de estos dos países del Medio Oriente, y son muchas las pérdidas humanas y económicas.
Los terremotos son eventos sísmicos normales que no pueden ser predecibles; hasta ahora, la ciencia ni los geólogos tenemos algún aparato o tecnología que nos permita predecir cuándo, dónde y de qué magnitud será un sismo, pero obviamente hay una serie de datos que nos pueden brindar información útil. El caso es que Turquía, cuyo país tiene frontera con Siria, se localiza sobre tres placas tectónicas (la Euroasiática, la Africana y la Arábica) lo que le hace ser una zona activa en cuanto a actividad sísmica. Entre estas tres placas se originan dos fallas tectónicas, que son fracturas que pueden extenderse por kilómetros y tienen movimiento continuo. Al haber choque entre las placas, ocurren los terremotos.
Sin embargo, como cristianos sabemos que nada ocurre si Dios no lo permite. En Jonás capítulo 2 tenemos la peculiar historia de Jonás, quien fue a advertir a Nínive sobre el juicio de Dios, pero debido a que el rey y su pueblo se arrepintieron de su mal camino, Dios detuvo el terremoto que había anunciado y este ocurriría unos 50 años despúes.
De esto podemos entender que Dios tiene en su mano el control de todo evento sísmico o desastre natural, y que la oración puede ser la clave para brindarle esperanza a las personas.
Aunque no estamos de misioneros ni en Siria ni en Turquía en estos momentos, sí podemos orar por sus pobladores para que ellos puedan conocer de Dios en medio de tanta angustia. También podemos orar por los misioneros en el campo para que el Señor les brinde sabiduría y estrategias para hablar de Jesús y su sacrificio en la cruz por ellos, en medio de tanto dolor.
¿Harás algo para ayudar? Tu oración es la mejor respuesta como cristiano ante el sufrimiento de estas naciones donde el caos y la destrucción ha llegado. La mejor cura para quienes perdieron familiares y amigos debido al terremoto, es la paz y el amor que Dios puede ofrecerles.
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