Cuando profundizamos el contexto de la palabra abertura encontramos su origen en el verbo abrir. Afirmando entonces que esta es la acción de dejar de cubrir algo preliminarmente sellado, guardado, cubierto, protegido. Aunque no podemos afirmar que en todas las ocasiones las aberturas sean dañinas si existen muchas situaciones que una milésima de abertura provoca daños perjudiciales.
Un claro ejemplo donde una pequeña abertura puede causar daño, es en el sellado al vacío de las comidas. Una vez que esta haya sido sellada no debe tener ninguna abertura que permita la entrada de oxígeno porque provocaría la descomposición de los alimentos. Esta técnica tiene la capacidad de mantener la frescura, aroma, sabor y textura por períodos más prolongados, minimizando la posibilidad de que los alimentos se echen a perder antes de ser consumidos.
Vinculando esta problemática con la vida del creyente, podremos entender, porque muchas veces hay situaciones que no somos capaces de controlar, visualizar y manejar. Es cierto que vivimos y estamos expuestos a un mundo lleno de pecado, pero no podemos dejar entrar a nuestras vidas todas las artimañas que el enemigo crea a diario para alejarnos de Dios y de su divina voluntad. Pues siendo del mundo andábamos como el mundo, pero Dios nos ha hecho nueva criatura para ser apartados por Él y para Él
En el libro de Génesis encontramos un pasaje que debemos escudriñar y ejecutar con la sabiduría que Dios nos regala.
” Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.” ( Génesis 4:7)
Como creyentes hemos sido separados del pecado bajo la gracia y el sacrificio de Jesus; es decir que podemos gozar y vivir una vida llena de abundancia, bendición, sabor, gozo, amor y paz. Todo esto, solo es posible cuando tomamos la decisión de permanecer firmes, de hacer lo bueno y no lo malo.
Muchas veces hacemos el mal, pero por la consecuencia de haberle dado una pequeña abertura al pecado; que como dice en Génesis, está a la puerta, es decir cercano. Vivir pensando que el pecado está lejos, hace que nos confiemos, y entonces, llegará el momento en que le dejaremos abierta la puerta de nuestro hogar al ladrón.
Debemos ser diligentes y no permitir que existan aberturas en nuestra vida. Algo característico de las aberturas es que muchas veces son tan pequeñas e insignificantes que se nos dificulta verlas. Una vez abiertas son difíciles de cerrar debido a la presión que es ejercida desde el exterior, porque como dice el pasaje estas son deseosas, ya que vienen servidas en un apetitoso plato. Las aberturas provocan un daño lento pero fulminante.
Si profundizamos en el libro de Genesis, vamos a encontrar el relato de la vida de Cain y el pecado que cometió al matar a su hermano. Muchas veces oímos hablar del pecado de Caín y de su caída; pero no nos enfocamos en las aberturas que hicieron caer a Caín. En primer lugar Cain abrió una pequeña abertura guardando avaricia en su corazón, ya que no fue grato con las bondades que Dios le había regalado. Luego no aceptó la corrección de Dios y dejó brotar en su semblante la rebeldía y el celo que sentía. He aquí entonces cuando Dios le dice: "el pecado está a la puerta" y tienes dos opciones: dejarte dominar por él, haciendo lo malo o dominarlo a él.
Al parecer le fue difícil a Caín dominar el pecado llegando al punto de quitarle la vida a su hermano. He aquí el punto donde quisiera llegar: siempre que ejecutamos una mala acción será producto de todas aquellas cosas que dejamos entrar en nuestra vida o le dimos una pequeña entrada. Vivir una vida saludable, sellada totalmente por el Espíritu Santo es la verdadera voluntad de Dios. NO les des ABERTURA al enemigo para que nos enferme y debilite, no sea que no estemos revestidos correctamente de la armadura de Dios para lograr dominar el pecado.
Aliet Rodriguez
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